Roger Fernando Díaz. A sus 15 años sueña con ser un gran ilusionista. Foto: Andrés Lozano Zamora. |
El ilusionismo, conocido popularmente como magia, es un arte escénico en el que espectáculo y habilidad e ingenio ponen a prueba a los ojos más inquisidores. Hasta donde sé, además del famoso mago tunero Piter (ya fallecido), las personas que vivimos en Manatí conocemos al mago Pelayo, un manatiense que aún anciano, sorprende en actividades culturales con la destreza de sus manos.
Sin embargo, un adolescente cautiva ya la atención de quienes tienen la oportunidad de verlo actuar. Así sucedió hace unos días en Las Catalinas, donde Roger Fernando Díaz Bas se presentó durante la realización de el taller de género de la CCS Pablo Miguel Nápoles. Con este muchacho tuve la posibilidad de conversar.
¿Cómo llegas a la magia?
«La magia comenzó en mí desde que era muy pequeño, ya que siempre me ha gustado y ahora que tengo 15 años me está comenzando a enseñar un compañero que es mago profesional. Primero me estaba enseñando uno que su nombre era Puchy y ahora me está enseñando uno que su nombre es Yayi. Es mago de la Compañía de Magia de Tunas, y gracias a él y al anterior mago que me estaba enseñando, he llegado hasta aquí».
¿En qué especialidad de la magia fundamentalmente incursionas?
«Por ahora sé más o menos de todo un poquito. La cartomagia es en que más me desempeño. Hacer grandes ilusiones en escenario, entre otros».
¿Existe la posibilidad de que puedas entrar a la escuela de magia?
«Bueno, no lo sé porque he averiguado y nada… No he dado a ver cómo puedo entrar ni nada…».
¿Cómo logras captar la atención del espectador?
«Yo logro captar esa atención teniendo un buen verbo, no diciendo palabras obscenas, tratando con respeto al público: las personas mayores, los niños…Hago números de magia que son para diferentes edades, para mayores, niños, adolescentes».
¿Alguien del público se ha dado cuenta alguna vez del truco o ilusión que presentas?
«Hasta ahora no porque para hacer un número, como todos los magos lo dicen: tenemos que practicarlo las veces que sean necesarias hasta que nosotros mismos nos engañemos y así mostrarlo al público y así sorprenderlos».
¿En estos momentos, qué estás estudiando y en qué escuela estás?
«Me encuentro en el Politécnico Gregorio Careaga Medina, de Manatí, y ahí estoy ejerciendo la especialidad de Agronomía. Ya termino este año ahora y salgo haciendo prácticas».
Y aparte de la magia, ¿en qué otras cosas te gustaría incursionar?, porque eres un adolescente que todavía está en proceso de formación. ¿O ya tienes definido que lo que quieres ser en el futuro es mago?
«A mí me gusta todo: la magia, el baile, la pintura, pero lo que más me desempeño es en la magia. Yo soy bueno bailando, pero lo que más me gusta es la magia».
Se despide de mí con esa chispa innata de un adolescente común. Sorprende su actitud frente a una profesión difícil, competitiva pero gratificante cuando se es capaz de sorprender al público. Roger está resuelto a ser ilusionista. Me confirma su decisión con un apretón de manos y un sí con su cabeza. Entonces regresa al sitio donde muchachos, como él, se mueven al compás de la música.
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